Astrónomos del MIT (Massachusetts Institute of Technology) han logrado observar la esquiva luz de las estrellas que rodea a algunos de los primeros quásares del universo.
Las señales distantes, que se remontan a más de 13.000 millones de años hasta la infancia del universo, están revelando pistas sobre cómo evolucionaron los primeros agujeros negros y galaxias.
Los cuásares son los centros ardientes de galaxias activas, que albergan un insaciable agujero negro supermasivo en su núcleo. La mayoría de las galaxias albergan un agujero negro central que ocasionalmente puede alimentarse de gas y desechos estelares, generando un breve estallido de luz en forma de un anillo brillante a medida que el material se arremolina hacia el agujero negro.
Los cuásares, por el contrario, pueden consumir enormes cantidades de materia durante períodos de tiempo mucho más largos, generando un anillo extremadamente brillante y duradero; de hecho, tan brillante que los cuásares se encuentran entre los objetos más luminosos del universo.
Debido a que son tan brillantes, los quásares eclipsan al resto de la galaxia en la que residen. Pero el equipo del MIT pudo observar por primera vez la luz mucho más débil de las estrellas en las galaxias anfitrionas de tres antiguos quásares.
Basándose en esta esquiva luz estelar, los investigadores estimaron la masa de cada galaxia anfitriona, en comparación con la masa de su agujero negro supermasivo central. Descubrieron que, en el caso de estos cuásares, los agujeros negros centrales eran mucho más masivos en relación con sus galaxias anfitrionas, en comparación con sus homólogos modernos.
Los hallazgos, publicados este 6 de mayo en el Astrophysical Journal, pueden arrojar luz sobre cómo los primeros agujeros negros supermasivos se volvieron tan masivos a pesar de tener un período de tiempo cósmico relativamente corto para crecer. En particular, esos primeros monstruosos agujeros negros pueden haber brotado de “semillas” más masivas que los agujeros negros más modernos.
“Después de que el universo nació, hubo semillas de agujeros negros que luego consumieron material y crecieron en muy poco tiempo“, dice en un comunicado el autor del estudio Minghao Yue, postdoctorado en el Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial del MIT. “Una de las grandes preguntas es comprender cómo esos monstruosos agujeros negros pudieron crecer tanto y tan rápido“.
“Estos agujeros negros son miles de millones de veces más masivos que el Sol, en un momento en que el universo aún está en su infancia“, dice la autora del estudio Anna-Christina Eilers, profesora asistente de física en el MIT. “Nuestros resultados implican que en el universo primitivo, los agujeros negros supermasivos podrían haber ganado masa antes que sus galaxias anfitrionas, y las semillas iniciales de los agujeros negros podrían haber sido más masivas que las actuales“.
Fuente: Ciencia Plus