Albino Luciani fue el primer pontífice de la Iglesia nacido en el siglo XX y el primero en adoptar dos nombres en honor a sus predecesores: Juan XXIII y Pablo IV.
Comenzó su papado el 26 de agosto de 1978 tras una elección entusiasta y casi unánime. Su apodo era “El Papa de la sonrisa”. Después de su elección, Juan Pablo I habló de forma optimista y esperanzada de importantes reformas en la sede de la Iglesia y el Vaticano, también se dispuso a perseguir la masonería y la mafia. ¡33 días más tarde apareció muerto en su cama!
Casi tres horas después del hallazgo del cadáver, el Vaticano dio el siguiente comunicado oficial:
“Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las cinco y media, el secretario particular del Papa, no habiendo encontrado al Santo Padre en la capilla, como de costumbre, le ha buscado en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El médico, Dr. Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio”.
Con esa declaración el Vaticano dio el caso por cerrado, pero la sospechosa desaparición del pontífice es en realidad un caso abierto para muchos investigadores, y también para el magistrado italiano Pietro Savioti de la fiscalía de Roma.
El cadáver del Papa fue hallado por una monja, no por su secretario como se difundió. En su habitación la luz estaba encendida y el pontífice, en la cama, recostado sobre almohadones, con una expresión relajada en el rostro y algunas notas en su mano, que había estado leyendo.
Lo primero que llamó la atención fue que un agudo infarto de miocardio no sucede de forma tan rápida, no hubo lucha ni intento de pedir auxilio. El cadáver parecía estar dormido. La monja que lo encontró palpó su frente y estaba tibia, lo que lleva a pensar que tal vez el óbito no fuera a última hora del día 28 de septiembre sino en la madrugada del 29.
Aunque en un principio se negó, hay quién afirma que sí hubo autopsia (Gennari, que fue profesor del Seminario Diocesano de Roma). Según Gennari, a Juan Pablo I “se le hizo la autopsia” y “por ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por su ex médico personal de Venecia”. Ese fármaco sí explicaría la forma en que fue hallado el cadáver.
Cuando estos resultados trascendieron, se informó que el Papa se había sentido mal en la tarde del día 28 y pidió ayuda a su médico personal el Dr. Da Ros, quién le dio por teléfono una receta… Costaba creer que el doctor recetara un potente vasodilatador a un hombre completamente sano a excepción de algo: era hipotenso.
Aunque todo se cubrió con un manto de silencio, años después del Dr. Da Ros afirmó que no había recetado nada al Papa aquella tarde, que lo había visto perfectamente unos días antes y no tenía previsto verlo hasta unos días después. También se pudo comprobar que la farmacia vaticana no había expedido medicación alguna con destino a Juan Pablo I en todo el mes.
Algunas de las ideas reformistas de Juan Pablo I eran las siguientes:
1) Destituir al presidente del IOR (Instituto para Obras de Religión, Banco Vaticano) y reformar íntegramente el mismo.
2) Tomar posición, incluso delante de todos, frente a la masonería y la mafia.
3) Sanear las cuentas de la Iglesia (Según sus palabras, la Iglesia no debía ser un Banco, los Bancos viven de la usura, y no era propio que la Iglesia tuviera poder y riquezas.)
4) Nombrar oficialmente “Médico personal” e incluir en la nómina vaticana al Dr. Da Ros, su ex médico en Venecia (El Dr. Da Ros no había sido tenido en cuenta por otros médicos del Vaticano, a excepción de la supuesta llamada telefónica atribuida a él, con una receta mortal).
¿Alguien cree de veras que es un caso cerrado?