Nuestro planeta no solo ha cambiado en sus masas continentales; los océanos prehistóricos también eran muy diferentes a los de estos días. El nuevo descubrimiento de un lagarto, que algunos denominan “monstruo marino”, y que vivió hacia el final de la era de los dinosaurios, sirve para seguir fortaleciendo la afirmación anterior.
El animal fue dado a conocer ante la comunidad científica a través de un artículo publicado en Cretaceous Research. Ahí, los paleontólogos y autores del trabajo documentan el estudio realizado en un cráneo y partes del esqueleto, que fueron recogidos en una mina de fosfato al sureste de Casablanca, Marruecos.
Crece la familia de los mosasaurios
Efectivamente, este lagarto marino cumple con las condiciones para ser clasificado como un miembro más de los mosasaurios, un género extinto de reptiles acuáticos que dominó los océanos de entre hace 70 y 66 millones de años.
El nombre científico de la criatura es Khinjaria acuta. Era del tamaño de una orca (7-8 metros). Destaca por sus poderosas mandíbulas y largos dientes en forma de daga. Y Formaba parte de una fauna de depredadores extraordinariamente diversa que habitaba el océano Atlántico frente a las costas de Marruecos.
Al igual que los dinosaurios, los mosasaurios, los plesiosaurios y las tortugas marinas gigantes, junto con familias enteras de peces, vieron su final a causa de las consecuencias del meteorito que impactó contra la actual península de Yucatán, México.
“Una época peligrosa”
En el comunicado oficial de la Universidad de Bath (Reino Unido), se señala que el cataclismo que terminó con todas esas familia abrió, al mismo tiempo, el camino a ballenas, focas y otros animales. Lo que subraya que los ecosistemas marinos de ese entonces eran muy diferentes de los actuales.
“Si hay algo en los reptiles marinos que hizo que el ecosistema fuera diferente, o la presa, o tal vez el medio ambiente, no lo sabemos. Pero fue una época increíblemente peligrosa para ser un pez, una tortuga marina o incluso un reptil marino” dijo en el comunicado el Dr. Nick Longrich, del Departamento de Ciencias de la Vida y del Centro Milner de Evolución de la Universidad de Bath, que dirigió el estudio.
Fuente: National Geographic