OVNI tentacular fotografiado en Cocoyoc

La mañana del domingo 3 de noviembre de 1973, el matrimonio Jiménez (será llamado así debido a que la familia que tomó las fotos prefirió mantenerse en el anonimato) se encontraba descansando en el balneario de Cocoyoc, en el estado de Morelos; los acompañaba la niñera de su hijo, quien en ese entonces tenía pocos meses de nacido. Habían decidido regresar a la ciudad de México hacia la media tarde, con el fin de evitar los congestionamientos en la carretera. Y así lo hicieron. Apenas habían salido de Cocoyoc -aprox. a las 16:45 pm -, cuando la señora Jiménez vio en el cielo lo que a primera vista le pareció un helicóptero muy extraño.

De inmediato llamó la atención de su esposo y la niñera, para que también lo vieran, ya que a medida que el aparato se acercaba, menos se parecía a una nave conocida.
Sin dudarlo, el señor Jiménez detuvo su auto para observar qué era aquello. Tres años después, contaría:


“Detuve el coche, me bajé y vi un objeto realmente extraño, en forma de pera, pero con su vértice hacia abajo; y alrededor le colgaban unos tentáculos (cinco en total). El objeto se detuvo a unos cien metros de altitud, aunque no me considero bueno para calcular distancias. Daba la impresión de que nos estaba observando. Para esto, mi esposa y la niñera ya se encontraban afuera del coche y estaban viéndolo, al igual que yo. Creo que el estado emocional de todos era entre miedo y curiosidad, lo cual provocó que mi mujer insistiera en que nos fuéramos de allí; yo, mientras tanto, le pedía mi cámara fotográfica y ella me contestó gritando que estaba en la parte posterior de la camioneta, pero que lo olvidara y nos fuéramos.
Fui por la cámara y tomé una primera fotografía; pero entonces el objeto comenzó a alejarse. Cambié el lente normal por un telefoto y tomé dos fotografías más. Debo hacer notar que parecía que los tentáculos le servían como medio de locomoción en el aire como si nadase, ya que los proyectaba en el sentido opuesto al cual se dirigía. Cuando observábamos que se alejaba, vimos a lo lejos un segundo objeto con las mismas características del primero; se encontraba volando al ras de las copas de una hilera de árboles, y desapareció entre la maleza. Después volvimos a ver el primer objeto que había fotografiado, y observamos que iba a aterrizar, proyectando los tentáculos esta vez como patas de aterrizaje.


Atrás de nosotros había un puente donde dos niños campesinos observaban este impresionante espectáculo. Y recuerdo muy bien que uno corrió hacia el objeto, que estaba a unos 200 ó 300 metros del automóvil y posado junto a un árbol. Aunque la maleza se encontraba entre el objeto y nosotros, podíamos verlo perfectamente. Me quedé unos segundos más, para ver si alguien salía, pero a esas alturas estábamos muy asustados; me subí al coche y salimos a toda prisa”.

En el relato no se encontraron contradicciones, pues éste coincidía con el de la Sra. Jiménez y la niñera.
“Era una bola con picos a los lados” recuerda la niñera. “El señor nos preguntaba que dónde estaba la cámara, y la señora gritaba que nos metiéramos al coche y nos fuéramos”.

Probablemente una de los puntos más peculiares del caso Cocoyoc sean las características físicas del objeto, muy poco comunes en el grueso de la casuística.
El ovnílogo mexicano Fernando Téllez mandó a analizar las fotografías a Kodak Mexicana S.A. Los resultados fueron los siguientes, según palabras de Roberto Padilla, director de servicios especiales de Kodak Mexicana:

“Estos negativos son completamente auténticos. La cámara que se utilizó para tomar estas fotos fue una Minolta SRT 101. La primera foto fue tomada con un lente normal de 50 mm y las fotos dos y tres fueron tomadas con un telefoto de 135 mm, con película Kodacolor 80 ASA 20 Din”.
“La secuencia del rollo es lógica; el defecto de la cortina es continuo; el hecho de que las fotos 2 y 3 sean más claras se debe a que, al cambiar la lente por un telefoto, se abrió un paso más de diafragma para dejar entrar más luz.
Mi conclusión es que estos negativos son auténticos; no han sido trucados. Las fotografías son verdaderas y honestas. Yo les doy un 98% de posibilidades de que son verídicas”.

El de Cocoyoc es un caso muy especial. Las tomas son reales y muestran un aparato que no aparenta ser nada conocido. Estamos, entonces, frente a una prueba concreta de la existencia de objetos que nos son extraños. Para desgracia de un estudio más acabado de este caso, que aún permanece como no identificado, se ha perdido todo contacto con los testigos, por lo que se ha hecho imposible un análisis profundo de las imágenes.

Este caso salió publicado por vez primera en el número 11 de la revista “Contactos Extraterrestres” en un artículo del ufólogo Fernando Téllez titulado “Ovni tentacular fotografiado en Cocoyoc

Enigma 900

Por: Fernando J. Tellez

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