A pesar de su inmensidad, el cielo que rodea el planeta tierra se encuentra atestado de objetos voladores identificado.
A pesar de su inmensidad, el cielo que rodea el planeta tierra se encuentra atestado de objetos voladores identificados, naturales –cometas, meteoritos, planetas, la luna y las estrellas-, capaces de engañar al más astuto y experto observador. Sobre todo cuando lo distorsionan los cambios atmosféricos, esos cuerpos celestes pueden lograr que tanto el ojo como la mente los confundan con OVNIS. Algunas de las más sorprendentes visiones de OVNIS son en realidad espejismos magnificados. Si por ejemplo una capa de aire frió queda atrapada debajo de otra caliente, la luz que pasa entre ambas se refracta. Si esto sucede cerca del horizonte, puede aparecer de pronto en el cielo una estrella o un planeta aun cuando al estar por debajo del horizonte no debería de ser visible. Si además las condiciones son tales que la atmósfera actúa como cristal de aumento lo que se ve es un enorme globo luminoso. Las condiciones cambiantes del aire pueden hacer que ese globo lance destellos y varíe de color como a esas mismas irregularidades se debe que las lejanas estrellas lejanas parezcan hacer guiños. Cristales de hielo, nieve, nieblas y brumas pueden también distorsionar las fuentes de luz naturales.
Por ejemplo las masas de cristales de hielo arrastradas por el aire pueden concentrar la luz hasta formar una impresionante columna. Con la adición de copos de nieve, esa columna puede aparecer cruzada por una franja horizontal, creando la ilusión de una cruz resplandeciente suspendida frente al sol. En opinión de al menos de un investigador, fue la fisión de ese fenómeno natural la que provoco la conversión del emperador Constantino al cristianismo en el año 312. Los llamados rayos esféricos o bolas de fuego, casi tan misterioso y controvertidos como los OVNIS son otro fenómeno meteorológico fácil de confundir con naves extraterrestres. Se trata de conglomerados esféricos de plasma, gas fuertemente ionizado que despida una fuerte luminiscencia blanca o anaranjada. Estas esferas pueden desplazarse a ras del suelo, incinerando o fundiendo los objetos con que entran en contacto, otras veces se elevan a cierta altura hasta que se disuelven en medio de una explosión. La fricción causada por el movimiento de grandes masas de aire a temperaturas diferentes puede producir otro tipo de fenómeno: el fuego de san Telmo. Esta descarga eléctrica tipo halo brilla a veces con tiempo tormentoso en torno a las superficies conductoras de alas de los aviones, los barcos que navegan y los campanarios. Una de las explicaciones mas extrañas de los avistamientos de OVNIS añade el fuego de san Telmo otro fenómeno natural: los enjambres de insectos.
Según los 2 entomólogos del departamento de agricultura estadounidense autores de la teoría, el tiempo tormentoso puede generar campos eléctricos tan fuertes que el paso de un enjambre de insectos baste para provocar un fuego de san Telmo. Tan extraña combinación pudo haber sido la causa de algunos de los avistamientos de que se informo sobre Utah a finales de los años sesenta. Y conste que la idea es casi tan impresionante como la más descabellada historia sobre OVNIS, pues se refiere a una invasión de mariposas electrizadas tan enorme que parecía una discoteca a la deriva del cielo.
Por: Elías Marín
Enigma 900