Hadas

Hada, según la tradición popular, ser fantástico e inmortal, normalmente con aspecto humano, que vive en el imaginario país de las maravillas y que, con ayuda de la magia, interviene en los asuntos de los seres mortales; en el reino de las hadas viven también geniecillos, gnomos, elfos, trolls, enanos, brujas, magos, genios, silfos, ondinas y ninfas

La creencia en las hadas es algo constante en todos los países y procede de antiguas tradiciones. El origen parece estar en la Italia de la antigua Roma, donde ellas determinaban el destino, igual que las Parcas, y estaban dotadas de poderes proféticos. Las fatae acompañaron a la soldadesca romana en todas sus campañas, de ahí que se asentaran, y su nombre evolucionara, en todos los lugares donde estuvo el Imperio. Así, pues, el término latino fata dio en español hada, en francés, fue, en alemán, fee, en inglés, fairy. Las hadas no pasaron a Grecia porque ya estaban instaladas las dríades y las ninfas, pero sí fueron a toda América en compañía de los colonos y los soldados. Son criaturas similares a las hadas las apsaras y los gandharvas de la mitología hindú y Hator de la mitología egipcia.

La función primitiva de las hadas era aparecer en la casa donde iba a tener lugar un nacimiento para proteger a la parturienta y regalar un don al recién nacido, pero si no recibían un trato amable, se ofendían y entonces maldecían a la familia. Con el paso del tiempo fueron interviniendo cada vez más en los asuntos humanos.

Las hadas son seres femeninos y su tamaño varía. Los animales pueden verlas, pero los humanos no, excepto en la Noche de San Juan, si hay luna llena, y entonces se las puede ver bailando; en el caso de que estas sobrenaturales criaturas sorprendan a un humano mirándolas, pueden hechizarlo. Sin embargo, cuando ellas lo desean, utilizan su glamour (cualidad innata y exclusiva de las hadas que les permite cambiar de aspecto, cautivar a los mortales y conceder dones) para dejarse ver. Son muy curiosas, sensibles y se enfadan con facilidad, por lo que hay que tratarlas con mucho tacto y delicadeza. No hay hadas malas y buenas, sino que cambian de carácter, como todo el mundo, aunque, en general, son amables, simpáticas y muy divertidas.

Su mayor maldad es robar a un niño recién nacido de su cuna y reemplazarlo por otro o dejar en su lugar alguna muestra de que han sido ellas; esto lo hacen cuando creen que han recibido un agravio, dada su sensibilidad.

Hay hadas que viven solas, y gregarias que lo hacen en una comunidad dirigida por la reina. La sociedad total de las hadas está regida por la reina suprema, Titania, estricta, justa y bellísima, y el príncipe Oberón, compasivo, pendenciero y muy enamoradizo; como se trata de una sociedad matriarcal, Oberón es un príncipe consorte.

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