El Niño de Somosierra

Por: Pilar López Bernués

24/25 de junio de 1986: Un camión cisterna cargado de ácido inflamable cubría una ruta de Sur a Norte de España cuando sufrió un terrible accidente en el puerto de Somosierra. El cadáver del conductor y el de su esposa fueron rescatados del interior de la cabina, del hijo que viajaba con ellos no se halló rastro

Una vez más, una extraña desaparición es el tema de un artículo (éste), pero, una vez más, lo escribo desde el respeto más absoluto a los familiares y, si está aquí, no es por morbo ni insensibilidad ¡todo lo contrario! “Cuatro ojos ven más que dos” Y exponer unos hechos inconcebibles es una manera de intentar saber qué pasó…

Andrés Martínez era conductor de camión y pasaba tiempo fuera de casa. En “aquella” ocasión (junio de 1986) tenía que hacer una entrega de material combustible en el norte de España, atravesando Madrid, y su mujer, Carmen Gómez, y el hijo de ambos, el pequeño Juan Pedro, lo acompañaron. Lo tomaron como un pequeño viaje familiar en el camión cisterna y una oportunidad para conocer el país.

La familia viajó sin imprevistos desde el sur de España hasta la sierra de Madrid. Poco antes de que se produjera el fatal accidente, ya anocheciendo, los tres tomaron un tentempié en una cafetería ubicada en la carretera de montaña y, según los testigos, todo parecía normal y en orden; a partir de ahí, el tacómetro del camión llegó a marcar velocidades de hasta 140 km en el puerto de Somosierra, parones, aceleraciones inexplicables y un largo etc. El vehículo, finalmente, colisionó con otro y se estrelló contra una cuneta, el ácido que contenía el tanque se desparramó y se produjeron varias explosiones, produciendo atascos… Hasta ahí, el hecho podría tacharse de un infortunado accidente más, pero la sorpresa saltó cuando los abuelos de Juan Pedro dieron la voz de alarma: ¿Dónde está el niño?

Los cadáveres de Andrés y Carmen se hallaban en la cabina, completamente desfigurados por el ácido que se vertió, pero del pequeño no había rastro. En el supuesto de que el ácido derramado hubiera corroído su cuerpo, dicen fuentes especializadas que habrían tenido que hallar restos de huesos, como mínimo… ¡Nada! Juan Pedro desapareció sin dejar rastro.

Testigos del accidente afirmaron haber visto una furgoneta blanca delante del camión y circulando muy deprisa ¿Alguien secuestró al niño y eso explicaría la temeraria velocidad del vehículo cisterna en un puerto de montaña? Puede ser, es una posibilidad, porque en pocos kilómetros el vehículo se detuvo doce veces y alcanzó una velocidad de vértigo para un camión cisterna, en una carretera sinuosa y de noche. Pero lo más desconcertante es que otros testigos afirmaron haber visto cómo de esa furgoneta, tras la colisión, salieron dos personas de considerable altura y con batas blancas hasta los tobillos, se acercaron al camión y se fueron con un “bulto” tapado.

Ni que decir tiene que se inspeccionó la zona ampliamente en busca de indicios que, como apuntaba antes, el ácido no pudo hacer desaparecer el cuerpo del niño sin dejar rastro y que ahí, hoy por hoy, existe un enigma aún no resuelto.

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