TERATOMA: el TUMOR que parece una CRIATURA HUMANA 

Un Teratoma es uno de los tumores más asombrosos y desconcertantes de la medicina. Se origina a partir de células germinales pluripotentes, capaces de convertirse en diversos tipos de tejido humano. Esta singularidad permite que un teratoma pueda contener dientes, cabello, cartílago, tejido nervioso, glándulas, e incluso estructuras que imitan ojos o un rostro humano, mostrando en la práctica cómo las células pueden desviarse dramáticamente de su camino evolutivo. 

Desde el punto de vista histológico, los teratomas se clasifican principalmente en maduros (benignos) e inmaduros (con potencial de malignidad). Los primeros, también llamados quistes dermoides en contextos ováricos, están bien diferenciados y generalmente benignos, aunque pueden recidivar o, en en un pequeño porcentaje, transformarse malignamente. Los teratomas inmaduros presentan tejidos poco diferenciados, especialmente neuroepiteliales, y tienen un riesgo significativo de comportarse de forma cancerígena. 

Estos tumores pueden desarrollarse en distintas regiones del cuerpo: con mayor frecuencia en las gónadas (ovarios y testículos), aunque también se presentan en áreas como el sacro, mediastino, retroperitoneo y cervical, e incluso intracraneales. En recién nacidos, los más comunes son los sacrococcígeos (uno por cada 30 000 a 70 000 nacimientos), mientras que en adolescentes y adultos jóvenes predominan los ováricos. 

La clínica varía según la ubicación y tamaño del teratoma. Pueden permanecer asintomáticos durante mucho tiempo, o manifestarse mediante dolor, masa palpable, distensión abdominal, torsión (en óvulo) o complicaciones graves como ruptura, infecciones, o inflamación peritoneal. En casos raros, pueden secretar hormonas o desencadenar Encefalitis por anticuerpos anti-NMDA, especialmente los ováricos. 

Su manejo consiste en la Resección Quirúrgica Completa, seguida de un análisis patológico para evaluar su madurez y riesgo. Los teratomas maduros tienen un pronóstico excelente cuando se extirpan a tiempo, pero los inmaduros o con transformación maligna requieren tratamientos adicionales, como Quimioterapia, dependiendo de su grado y estadio. 

El caso reciente de una niña de 12 años en la República Dominicana, que presentó un teratoma abdominal de más de 3.6 kg con cabello, dientes y tejido óseo, ilustra el impacto clínico real que estos tumores pueden tener. Aunque benigno, el tamaño del tumor le causó ruptura apendicular, y su pronta remoción quirúrgica fue clave para su recuperación. 

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