RANAS SAGRADAS: guardianas del agua y EMISARIAS de la LLUVIA en el MÉXICO ANTIGUO  

En el mundo prehispánico, lo cultural y lo natural formaban un todo inseparable. Las ranas y los sapos, más que simples animales del entorno, eran considerados indicadores de un ecosistema saludable. Su croar marcaba el inicio de los ciclos agrícolas, anunciando el tiempo propicio para las cosechas. 🐸🌾 

Pero su importancia iba mucho más allá de lo ecológico. En las antiguas cosmovisiones indígenas, ranas y sapos eran deidades del agua, señoras de la tierra, engendradoras de linajes reales y hasta hijos del rayo. Se les atribuían roles tan variados como ladronas del fuego, alimento del sol, cuidadoras de los cuerpos, guías del alma, protectores del agua, productoras de vida y emisarios de la lluvia. 🐸🌧️ 

Estos animales eran figuras centrales en la cosmovisión mesoamericana, y se les rendía homenaje mediante la creación de objetos rituales y cotidianos elaborados en cerámica, jade y oro. Estas representaciones no solo tenían valor estético o funcional, sino que simbolizaban el vínculo sagrado entre el ser humano, la naturaleza y el mundo espiritual. 

Así, las ranas y sapos no eran simplemente parte del paisaje: eran símbolos vivientes de fertilidad, transformación y poder ancestral. Hoy, redescubrir su significado nos invita a reconectar con una visión del mundo donde el respeto por lo natural era también un acto sagrado. 

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