Por primera vez en miles de millones de años, dos FORMAS DE VIDA han dado un GIRO RADICAL a la BIOLOGÍA

Un grupo de científicos ha descubierto un proceso biológico que no sucedía desde hace aproximadamente un billón de años, mucho incluso antes del surgimiento del primer bosque. Dicho proceso se llama endosimbiosis primaria, y solo ha ocurrido dos veces en la historia de la Tierra; de hecho, la última vez que aconteció las plantas apenas acaban de nacer. Consiste en la absorción de un organismo por parte de otro, que lo integra en su cuerpo, actuando el absorbido como un órgano.

Un proceso que revoluciona la vida

La endosimbiosis primaria sucede cuando un microorganismo engulle a otro pero sin consumirlo. El huésped nutre al absorbido de nutrientes y energía al mismo tiempo que lo protege; mientras, el huésped emplea al absorbido como un órgano. Cuando el absorbido ya no puede sobrevivir por su cuenta, se convierte definitivamente en un órgano llamado orgánulo.

Resulta extremadamente raro que suceda. Con este solo se conocen tres casos en toda la historia, y en todos ha supuesto una revolución de la vida en la Tierra. En la primera ocasión se dio origen a la vida más completa, originando las mitocondrias; en la segunda, nacieron las plantas.

Según las revistas científicas Cell y Science, en esta ocasión un alga llamada Braarudosphaera bigelowii absorbió una cianoabacteria denominada UCYN-A. Esta última le permite fijar el nitrógeno del aire para fusionarlo con otros elementos y así formar compuestos que le resultarían útiles. El nitrógeno es clave para las plantas y algas, aunque deben obtenerlo desde bacterias independientes.

Dicho descubrimiento posee potencial para cambiar la agricultura. La fijación del nitrógeno resulta clave en las plantas, por lo que esta endosimbiosis revela a los científicos cómo podrían fijarlas de forma más natural, sin fertilizantes agresivos con el medio ambiente, ya que el 1,4% de emisiones globales de dióxido de carbono provienen de este proceso.

Parte del descubrimiento se debe a los esfuerzos de científicos del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, que unieron fuerzas junto a los del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Rhode Island, la Universidad de California en San Francisco, la Universidad de California en Santa Cruz, el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, la Universidad Nacional Oceánica de Taiwan y la Universidad de Kochi (Japón).

Fuente: La Vanguardia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You May Also Like