Cubiertas de LIBROS ANTIGUOS del siglo XIX contienen SUSTANCIAS QUÍMICAS VENENOSAS 

Los productos químicos utilizados para dar a las tapas de libros antiguos su llamativo color son capaces de envenenar a quienes los tocan. 

Una biblioteca parecería ser el último lugar donde uno esperaría encontrar una amenaza mortal, pero entre los estantes de obras históricas se esconde una amenaza de la que poca gente es consciente. 
 
El problema radica en que, durante la época victoriana, los encuadernadores a veces utilizaban productos químicos como arsénico, mercurio y cromo para dar a las tapas su distintiva coloración verde. 
 
“Este color fue muy popular durante la mayor parte del siglo XIX por su intensidad y su resistencia a la decoloración por la luz”, afirmó Erica Kotze, de la Universidad de St. Andrews. 
 
“Sabemos que muchos artículos domésticos se coloreaban con pigmentos verdes a base de arsénico”. 
 
“Incluso se utilizaba en repostería”. 
 
Sin embargo, a diferencia de la repostería, las tapas de libros siguen existiendo, y muchos libros antiguos aún abundan en los estantes de bibliotecas, librerías especializadas e incluso en los puestos de segunda mano. 

La exposición a corto plazo a estas sustancias químicas puede causar intoxicación por arsénico de baja concentración, mientras que la exposición a largo plazo puede causar diversas dolencias, desde anemia hasta daños en la piel. 
 
En 2019, el Museo de Winterthur y la Universidad Estatal de Delaware pusieron en marcha un proyecto para analizar y catalogar los títulos con mayor probabilidad de contener sustancias químicas nocivas en sus cubiertas. 
 
Los investigadores desarrollaron un dispositivo que permitía analizar las cubiertas de forma rápida y eficaz. 
 
Desde entonces, se ha utilizado para analizar miles de libros en todo el mundo, pero aún existen bibliotecas donde se pueden encontrar libros potencialmente dañinos. 
 
“Seguirá siendo un tema de actualidad”, declaró la Dra. Jessica Burge, de la Universidad de St. Andrews (Escocia). 
 
“Pero creo que el mayor problema para las instituciones en este momento es que cualquier libro con una cubierta verde del siglo XIX está siendo restringido por desconocimiento”

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