Durante años, se creyó que nuestra galaxia estaba en un camino inevitable hacia una colisión con su vecino más cercano.
Se esperaba una colisión que se gestaba durante 4 mil millones de años: el encuentro de dos galaxias que probablemente significaría el fin de nuestro sistema solar (al menos tal como lo conocemos) y probablemente también de la Tierra.
Sin embargo, ahora se han planteado serias dudas sobre su probabilidad real de ocurrir.
“Vemos galaxias externas que a menudo colisionan y se fusionan con otras galaxias, a veces produciendo el equivalente a fuegos artificiales cósmicos cuando el gas, impulsado hacia el centro del remanente de fusión, alimenta un agujero negro central que emite una enorme cantidad de radiación, antes de caer irrevocablemente en el agujero”, declaró Carlos Frenk, profesor de la Universidad de Durham.
“Hasta ahora pensábamos que este era el destino que le aguardaba a nuestra galaxia, la Vía Láctea. Ahora sabemos que hay una gran probabilidad de que podamos evitar ese aterrador destino”.
Esta predicción se basa en un nuevo estudio que incluyó 100.000 simulaciones por computadora con datos del Telescopio Espacial Hubble de la NASA y el Telescopio Espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea.
Los hallazgos indican que la probabilidad de una colisión es de tan solo un 2 %.
“Si bien algunos trabajos anteriores se habían centrado en la interacción entre la Vía Láctea, Andrómeda y la galaxia del Triángulo, también incluimos el efecto de la Gran Nube de Magallanes”, afirmó el autor principal, el Dr. Till Sawala.
“Aunque su masa es solo alrededor del 15 % de la de la Vía Láctea, su atracción gravitatoria, dirigida perpendicularmente a la órbita con Andrómeda, perturba el movimiento de la Vía Láctea lo suficiente como para reducir significativamente la probabilidad de una fusión con la galaxia de Andrómeda”.